Existen
muchas historias que atestiguan sobre los inexpugnables secretos que esconde el
río Orinoco. Estos misterios recorren,
con el río, sus 2.140 kilómetros: desde las tierras altas de la Amazonía
venezolana, donde nace en la Sierra Parima, hasta su desembocadura en el Delta
del Orinoco a los pies de los indios
waraos o guaraos que le han dado su
nombre. En el idioma warao, “Orinoco”
significa “tejido de agua”, en alusión a los caños que se mezclan simulando una
especie de malla.
Aguas arriba
y muy cerca de Soledad, ciudad que separada por el Orinoco se mira frente a frente con Ciudad Bolívar,
desemboca el río Caris, donde aseguran que vive una bella mujer, mitad humano,
mitad pez, a la que han puesto por nombre “la Carona”. Ella puede proveer de buena pesca a los
hombres por los que se siente atraída, o bien puede matarlos de miedo volteándoles
la embarcación.
En el alto
Orinoco, sus habitantes pueden dar fe sobre ciudades misteriosas, escondidas en
las profundidades del río o lagunas, donde son llevados los pescadores encantados
por las sirenas. Muchos creen que son las toninas que se transforman en sirena,
o en algunos casos también en sireno, porque a veces, y sobre todo cuando algún
pueblo está de fiesta, se ha sabido que las enamoradizas toninas macho,
convirtiéndose en atractivos galanes, han logrado seducir a las mujeres más
hermosas y llevarlas al río.
Los indios
Pemones, quienes conocen todos los secretos de la naturaleza, ya lo sabían
desde los tiempos más remotos. La sirena se llama Tuenkaron y es la hija de
Rato, el que reina sobre todas las aguas. De larguísima cabellera, habita en
los pozos más profundos y se vale de los remolinos para castigar a quien se
atreve a ingresar a su hábitat sin el debido respeto.
También los pobladores
de las riberas del río Amazonas conocen sobre una ciudad, llamada “El Encanto”,
donde las toninas llevan a quienes enamoran, hombre o mujer. Incluso hay
testimonios de personas que cuentan haber vivido entre seres acuáticos, para
luego ser devueltos, desnudas, en otros lugares distintos a donde habían
desparecido y se les había dado por muertas.
Y volviendo
al Orinoco, en su zona más estrecha, entre Ciudad Bolívar y Soledad, se puede
ver una extraña piedra, la cual fue llamada “Orinocómetro” por Alejandro
Humbolt. Se dice que debajo de ella
viven monstruos que hacen desaparecer embarcaciones, con sus pasajeros incluidos; aparentemente está documentado que, en la
década de los años cincuenta, el fenómeno fue estudiado por el Instituto
Oceánico de la UDO a través de sondas ultrasónicas. Esta investigación llego a determinar que justo debajo de la piedra existe un hueco, en
forma de embudo, con la increíble profundidad de 150 metros por debajo del
nivel del mar.
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